Es una danza de sillas que ya no se baila.
R.M. Azkue, bajo la denominación «Kadira dantza», publico una serie de partituras, ninguna de las cuales era de Esteribar, pero sin embargo nombrandolo:
Hay quien llama Katadera-dantza (en Eugi, de Esteribar) (Azkue, 1990, 323)
La descripción que da junto a las partituras se corresponde con la Silla-dantza de Alkotz, pero podemos pensar que puede ser válida para Eugi.
También contamos con la descripción que M. José Subiza publicó en la revista Dantzariak, en el contexto de una trabajo sobre las fiestas de Esteribar (Subiza, 1987, 40). La descripción se encuentra en el apartado «Juego de las Sillas (Silla danza)»:
En Eugui era practicado por muchachos a partir de los 18 años. Hace 70 años se realizaba los domingos, dentro de la posada. Se necesitaba un «chunchunero» o «chistulari». Se colocaban tres sillas, en línea recta dejando un espacio entre ellas. Los jóvenes tantos como sillas, debían levantarse y bailar según el ritmo de la música. Los dantzaris...irakurri gehiago
En Eugui era practicado por muchachos a partir de los 18 años. Hace 70 años se realizaba los domingos, dentro de la posada. Se necesitaba un «chunchunero» o «chistulari». Se colocaban tres sillas, en línea recta dejando un espacio entre ellas. Los jóvenes tantos como sillas, debían levantarse y bailar según el ritmo de la música. Los dantzaris bailaban serpenteando entre las sillas, de manera que no pudieran encontrarse de frente. Para evitarlo el último, en vez de dar la vuelta por detrás de la última silla, se volvía en la penúltima, quedándose el primero de la fila. Poco a poco la música tocaba más deprisa y los jóvenes tenían que seguir este ritmo. El jugador que se equivocase al dar la vuelta o no siguiese el ritmo, perdía. Este baile ha pasado por diferentes etapas desde hace 60 ó 70 años, cuando fue muy conocido; después permaneció en el olvido y estos últimos años se vuelve a bailar en las fiestas patronales de Eugui (Subiza, 1987, 40).
El informante de Subiza era natural de Iragi y, en el momento de la publicación, contaba con 63 años (Subiza, 1987, 39).